Un buen domingo por la mañana en el otoño de Barcelona. Vamos a la Plaça de La Verónica. La fachada de la Escuela de Artes y Oficios nos ambienta. Anna y la gente de La Verónica parece que se desdoblan y están ayudando y resolviendo.
Nosotros sacamos nuestros cartones dispuestos a presentar nuestros libros y a pintar nuevas portadas en las calles. Liñas para tender poemas y cuentos. Mesas repletas de letras recortadas como en un cielo. Cajas con pinturas, pinceles, sprays, tijeras, rotuladores, cuter, cuerdas y todo el peligroso arsenal de instrumentos que suelen acompañar la cartonería en general. Y maletas llenas de libros cartoneros para la exposición.
Pintores, escritores, lectores, paseantes, emigrantes, inmigrantes, propios, ajenos y extraños, de aquí y de allá se van tropezando con los libros cartoneros extrañados, asombrados o complacidos.
Se dispone un gran cartón para pintar de forma colectiva para portadas de nuevas creaciones. Todo el mundo manos a la obra…
Muchos recuerdos, muchos amigos, mucho cartón para un mundo tan pequeño.